Cap. 31.
Corría a toda prisa por la escalera cuando chocó súbitamente con la profesora Trelawne, Kassandra, vestida con su uniforme de Slytherin venia por ella, la profesora la tomó de la mano fuertemente y luego a la joven estudiante, su voz cambio súbitamente, tornándose áspera y profunda su cuerpo sufrió un espasmo y dijo:
- La luz y la oscuridad no se pueden juntar, las dos caras de una moneda siempre serán, ambas se enfrentaran y por la vida de su amor pelearan, los que fueron hermanos su fin verán, uno caerá primero y otro tendrá un poco más, la mancha en la Orden se expandirá y su fin muchos verán.
El nuevo régimen no se alzará, pero mucha sangre inocente se perderá. La que sangró una vez volverá a sangrar y la que solo desea observar el precio tendrá que pagar…
Luego tomando solo a Isabella agregó – Tú corazón de dragón sólo volverá a latir una vez más, si no logras escuchar la vida perderás y en sombra te convertirás.
Kassandra observaba atónita, luego recobrando un poco la cordura sé zafó de la mano y miró a la profesora directamente a los ojos.
- La vida como testigo no es la mejor, un ciclo no lograrás cerrar y la lección repetirás, tu hermana morirá pero tú no vivirás.
Y tras emitir ese último comentario, simplemente se desplomo rodando varios escalones antes de las gemelas reaccionaran y la sujetaran.
Isabella tomó a su hermana por la muñeca y le preguntó:
- ¿Siempre hace eso?
- Nunca la había visto así, respondió con sinceridad Kassandra, por favor podrías dejar de revisar mis pensamientos, duele.
Isabella se dio media vuelta y salió rauda hacia la oficina que debía ocupar, mientras que Kassandra confundida y con una fuerte jaqueca se dirigió a enfermería.
La oficina de Bill era la más alejada de todos en el departamento del aurores Isabella entregaba la profecía y esta era llevada al departamentos de misterios, ciertamente la idea de gente infiltrada en la Orden la estaba matando, sabían hace tiempo que el departamento de aurores estaba intervenido, razón por la que ella no permanecía ahí, no podían sacarlos sin pruebas, y aunque ella tenía métodos inusuales para detectar traidores, estaba prohibido usar estos sistemas con los miembros del departamento de aurores, solo el grupo de operaciones Especiales era sometido regularmente a este tipo de pruebas.
Rápidamente se convocó a una reunión de emergencia, solo podrían entrar miembros antiguos de la orden, en ella se reunían el ministro de Magia Kingsley, Billy Charlie Weasley, Harry Potter, Andy Johnson e Isabella.
- Hasta ahora sabemos que son una organización a que opera a nivel global- dijo Bill con fastidio- algo sobre una antigua religión, pero Hermione tiene los detalles históricos.
- Y no podemos desarticularla porque cada país y región cuenta con sus propios líderes.
- Hasta ahora solo tenemos rastro de ellos, por la huella de sangre que dejan en sus rituales de iniciación, pero si fuera por ellos no tendríamos mucho.
- Necesito permiso para investigar libre un tiempo- dijo Isabella.
- Imposible Bell, estas en misión en Hogwarts y no la puedes abandonar.
- ¿Mmm puedo darme prisa en ese asunto, y luego salir?
- Bell consigue algo y luego haces lo que quieras, dijo Bill pensando en la profecía recién llegada.
Charlie y Bill se miraban preocupados, ciertamente la profecía era sobre Isabella y todos sabían que su gran amor era Charlie y los únicos hermanos activos eran los Weasley, todos ellos en realidad.
Sin embargo Isabella miraba de reojo la reacción de Johnson. Nadie sabía que él y Patrick habían sido criados como hermanos.
Isabella no comprendía que había sido lo que vivió con Johnson en la sala de menesteres, no estaba segura de que había ocurrido, pero si tenía claro que había sido demasiado cercano a lo real.
Con más dudas que certezas ella camino rumbo su puesto, entraba pensativa por la puerta trasera del gran comedor y sin dudarlo ni un segundo comenzó a tocar todo aquel que se atravesaba a su paso, lo hacía sin ninguna suavidad y la gente se tocaba la cabeza a su paso.
Patrick, notando lo que ocurría, se acercó a ella y detuvo su mano.
- Basta -le dijo.
Ella lo miró y le dijo- le regalaste un solitario de plata a Kassandra.
-Sí, dijo él sonriente, luego observando los ojos de su amiga y con un nudo en el estomago, hizo la pregunta.
-¿Por qué?- la respuesta que obtuvo fue una Isabella que salió volando del comedor seguida de cerca por Johnson que imaginaba que esto tenía que ver con la muerte del ave en la mañana.